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El 10 de septiembre de 1896, París fue escenario de un acontecimiento meteorológico excepcional: un tornado arrasó la capital, sembrando el caos y la destrucción a su paso. Este raro fenómeno en un entorno urbano sigue siendo único en la historia de París, causando una impresión duradera por su violencia y rareza. Hasta la fecha, es el único acontecimiento de este tipo que ha azotado la capital.
El día en que un tornado azotó París
El 10 de septiembre, poco antes de las 15.00 horas, una célula tormentosa se formó sobre la capital, dando lugar a un tornado cerca de los Jardines de Luxemburgo, en el distrito 6º. En pocos minutos, este devastador torbellino recorrió unos seis kilómetros, atravesando seis distritos, desde el barrio de Saint-Sulpice hasta el parque de Buttes-Chaumont. A diferencia de las tormentas habituales, este tornado se desarrolló y disipó exclusivamente dentro del propio París, afectando apenas al 2% de la superficie total de la ciudad.
Los vientos alcanzaron velocidades estimadas entre 180 y 220 km/h, arrancando árboles, arrancando tejados y lanzando objetos por los aires. Se registraron escenas de caos: carruajes volcados, barcazas desembarcadas en el Sena e incluso un ómnibus volcado cerca del Pont-au-Change. El mercado de flores de la plaza Saint-Sulpice quedó destruido en un instante, mientras que los barrios de Île de la Cité y Les Halles sufrieron grandes daños.
El balance humano fue trágico: cinco personas perdieron la vida, entre ellas un niño de cinco años arrojado contra un parapeto del Pont-au-Change. Otras 70 personas resultaron gravemente heridas. Entre las víctimas figura también un cochero aplastado por su vehículo volcado. Algunos habitantes de la zona, a pocas calles de la tragedia, no tenían ni idea de que un tornado estaba azotando su ciudad.
Este tornado sigue siendo el único de este tipo registrado en París en casi 400 años. Su carácter excepcional radica en su ubicación: una zona muy urbanizada donde las condiciones para la formación de un tornado son poco frecuentes. La prensa de la época describió el suceso con horror. Le Matin lo describió como «un ciclón espantoso» que barrió la ciudad «en un minuto», mientras que Le Figaro destacaba el extraño contraste entre las zonas afectadas y las que permanecieron intactas. Aún hoy, este episodio nos recuerda que ni siquiera las grandes ciudades son inmunes a los caprichos imprevisibles de la naturaleza.