¿Qué sería de París sin el Sena? Verdadera fuente de oxígeno de la capital, nuestro río favorito no es lo que parece. Mientras todos nos congregamos en los muelles del Sena cuando hace buen tiempo, en realidad lo hacemos en los del Yonne.
Sena o Yonne… ¡Una vieja historia!
Pero, ¿cómo se explica este malentendido, que ha durado siglos hasta nuestros días? Para desentrañar la historia, hemos investigado para usted. Y la respuesta se encuentra 80 km más al sur de nuestra capital favorita…
Río arriba de Fontainebleau, en la localidad de Montereau-Fault-Yonne, confluyen los ríos Yonne y Sena. El Sena absorbe el caudal del Yonne y se dirige hacia París. ¿O es al revés? Según las reglas de la hidrografía, el estudio de los cursos de agua, cuando dos cursos de agua se cruzan, el que lleva el mayor caudal de agua al punto de convergencia conserva su nombre. El otro río, más pequeño, se convierte entonces en su afluente, como el Saona para el Ródano, el Indre para el Loira o… el Sena para el Yonne. De hecho, es el Yonne el que aporta el mayor volumen de agua al punto de confluencia. Así que, científicamente hablando, ¡es el Yonne el que fluye a través de París!
Así que deberíamos hablar del departamento de Yonne-Saint-Denis. Y de las orillas del Yonne. Y del festival Rock-en-Yonne. ¿Cómo ganó el Sena este pulso fluvial? Tenemos que remontarnos al periodo galo-romano de nuestra historia para comprender los orígenes de este malentendido. Nuestros antepasados galos no estudiaban hidrografía, por lo que no tenían ni idea de qué río llevaba más agua que el otro. Lo que sí sabían, en cambio, es que la tierra donde nace el Sena es sagrada y que allí se erigió un templo galo-romano donde se veneraba esta agua sagrada. El carácter sagrado del Sena se mantuvo durante mucho tiempo, y cuando nos dimos cuenta de que era el Yonne el que fluía por París, ya era demasiado tarde. El Sena ya estaba demasiado asociado a la capital y a la geografía de la región. Usted lo sabe todo.