Símbolo deslumbrante del Renacimiento y legado del «príncipe arquitecto» Francisco I, el castillo de Chambord lo tiene todo para seducir. A sólo 2 horas de París, este majestuoso edificio se alza orgulloso en el corazón del mayor parque forestal cerrado de Europa. Y más allá de sus espectaculares fachadas, su interior también revela muchas maravillas, algunas de las cuales siguen intrigando a los aficionados a la historia y la arquitectura. La desaparición de archivos y planos ha contribuido al misterio, pero se dice que Leonardo da Vinci diseñó el castillo. Y una cosa es cierta: hacía falta un genio de su calibre para imaginar la extraordinaria escalera de caracol doble que puede admirarse en el corazón de la torre del homenaje.

Chambord: ¿soñado por Francisco I, imaginado por Da Vinci?
Poco después de su victoria en Marignan, Francisco I pensó a lo grande. Más que un simple pabellón de caza, hizo construir un verdadero manifiesto arquitectónico, un deslumbrante símbolo del Renacimiento francés capaz de impresionar a las cortes de Europa. Aunque varios arquitectos se turnaron para trabajar en esta extraordinaria residencia secundaria, ningún documento revela con exactitud quién fue el verdadero maestro. Una cosa es cierta: el propio rey Francisco I participó en su diseño.
Muchos atribuyen la inspiración y los planos a Leonardo da Vinci, que murió en Clos Lucé en 1519, pocos meses antes de que comenzaran las obras. De hecho, sus cuadernos están llenos de bocetos de elementos arquitectónicos que sí se crearon en el castillo. También se supone que su discípulo Domenico da Cortona, conocido como «Boccador», realizó una maqueta de madera ya en 1517, prueba de que el proyecto se inspiró en Italia. Esto no debería sorprender, ya que Francisco I era un gran admirador del arte y las técnicas italianas. Los documentos de Da Vinci incluyen bocetos de la famosa escalera de doble giro, una obra extraordinaria para su época.
Milagro arquitectónico: la escalera de doble caracol del castillo de Chambord
Chambord cuenta con nada menos que 77 escaleras. La mayoría de ellas, como en muchos otros castillos renacentistas, son simples escaleras rectas. Pero una de ellas destaca sobre las demás y sigue intrigando y fascinando a los visitantes desde hace siglos. Se trata de la escalera de doble caracol, también conocida como doble hélice o doble espiral. Está enclavada en el corazón de la torre del homenaje, bajo la majestuosa Torre de la Linterna, el punto más alto del castillo. Esta torre domina toda la estructura y corona la escalera con toda su altura.

Con sus 9 metros de diámetro, sus dos pisos y sus accesos a las terrazas, esta escalera única tiene dos entradas en cada nivel. De hecho, se compone de dos tramos que serpentean entre sí y nunca se cruzan. Gracias a ello, dos personas pueden subir la escalera al mismo tiempo sin encontrarse. Se trata de una proeza arquitectónica concebida para facilitar la circulación y evitar la congestión, lo que supuso una auténtica revolución en su momento. Esta estructura helicoidal es tan rara que todavía es difícil encontrar algún equivalente francés de la misma época. Esta obra maestra sigue siendo uno de los grandes misterios y joyas de Chambord.

Un castillo de 1.000 maravillas
Si visita Chambord, prepárese para asombrarse. La doble escalera de caracol es sólo la primera de muchas pepitas de oro. No se pierda las terrazas panorámicas, dignas de un auténtico escenario de cuento de hadas. Arriba, podrá divertirse contando las 282 chimeneas, buhardillas y agujas esculpidas. Pero son sobre todo las impresionantes vistas sobre los jardines formales y la inmensa finca lo que le cautivará. Con sus 5.400 hectáreas, es el mayor parque forestal cerrado de Europa. Y para completar la visita, abra de un empujón las puertas de los pisos reales ricamente decorados, de la capilla bañada de luz o de la sala de trofeos, que le recordarán el extraordinario monumento que es Chambord.