
¿Qué mejor manera de emocionarse que adentrarse en el París del crimen, el París macabro y aterrador que pondría la piel de gallina a cualquiera? Como colofón a su visita a la exposición Asesinos en serie de las Galerías Montparnasse, la redacción ha elaborado un retrato típico de algunos de los mayores asesinos en serie que han asolado la capital.
El pastelero de la Île de la Cité
La primera historia que le vamos a contar trata de un oscuro y olvidado caso del París medieval que se convirtió en leyenda y luego en mito. En el siglo XIV, un pastelero de la actual calle Chanoinesse era famoso en todo París por sus deliciosos pasteles. Una noche de 1387, dos canónigos que buscaban a un perro perdido se aventuraron a entrar en la tienda, que extrañamente permanecía encendida a esas horas. Imagínense el susto y el horror que se les quedó en la cara cuando descubrieron la trastienda llena de cadáveres humanos, huesos y trozos de carne. Incluso el perro perdido estaba allí, cortado en pedazos y listo para ser descuartizado. Así que las deliciosas tartas que tanto gustaban en París se hacían con carne humana…
Henri Pranzini: el asesino de la rue Montaigne
Ingenioso, aventurero o mercenario: Henri Pranzini puede describirse de muchas maneras diferentes. Sin embargo, el término asesino a sangre fría es el que mejor describe al hombre que cometió lo irreparable en una tarde de invierno de 1887. Durante un «simple» intento de robo, Pranzini degüella violentamente a los tres residentes del número 17 de la rue Montaigne antes de huir y dejar una pista falsificada en el lugar de los hechos para acusar falsamente a uno de sus enemigos. Un simple robo de joyas se convierte en un asunto sangriento, que acaba llevando al criminal a la guillotina una vez que todo el asunto sale a la luz.
Henri-Désiré Landru: el Barba Azul de Gambais

Landru es la típica historia del pequeño temerario que comete un crimen tras otro hasta convertirse en un monstruo sediento de sangre. En plena Primera Guerra Mundial, el hombre conocido como Landru utilizaba varios alias y se hacía pasar por un hombre solitario que había amasado un poco de dinero cometiendo estafas. Su modus operandi: escudriñar los anuncios matrimoniales de los periódicos, atraer a mujeres adineradas a su finca de Gambais, hacerse con sus cuentas bancarias y luego asesinarlas a sangre fría antes de hacerlas desaparecer en sus hornos. En total, se cobró 11 víctimas antes de ser llevado al cadalso en 1922.
Marcel Petiot: Doctor Satán

Durante las horas oscuras de la Segunda Guerra Mundial, un autodenominado buen samaritano conocido como Docteur Eugène operaba en su consulta de la rue Le Sueur. Sus actividades despertaron las sospechas de la Gestapo, que sospechaba que era un traficante de personas: muchas personas entraban en su hotel-particulier y desaparecían de repente. Pero cuando los bomberos y luego los gendarmes son alertados por los extraños olores que emanan de su casa, los resultados son edificantes… Una vez dentro, las autoridades descubren un cuadro terrible: cadáveres, una cámara de gas, fosas llenas de cal y toda la parafernalia perfecta del científico loco asesino. Condenado por 24 asesinatos, es ejecutado el 25 de mayo de 1946.
Guy Georges: la bestia de la Bastilla

A menudo se menciona a Guy Georges cuando se habla de los asesinos en serie más infames, y la mera mención de su nombre aún infunde miedo en los corazones de los parisinos. Y con razón: el matón agredió, violó y/o mató a más de veinte mujeres durante su triste periodo de actividad en París, de 1991 a 1997. Todavía hoy en prisión, el célebre criminal cumple íntegramente su condena desde 2020. Por tanto, está en condiciones de solicitar su puesta en libertad…