La inestimable Mona Lisa sigue inspirando fascinación y misterio, como demuestra la reciente venta de una de sus copias por la principesca suma de 273.000 euros en 2021. Ahora ultravigilada y segura, la pintura renacentista atrae a millones de visitantes de todo el mundo. Pero aunque la obra maestra es emblemática por la belleza de sus pinceladas, también es famosa por su espectacular historia. Aunque tenemos la suerte de poder seguir contemplando la Mona Lisa en el Louvre, ¡el cuadro estuvo a punto de desaparecer del radar para siempre! El 22 de agosto tenía todos los visos de ser un día de lo más normal, pero al día siguiente los titulares estaban en todos los periódicos: «¡Han robado la Mona Lisa!».
La Mona Lisa ha desaparecido
El robo fue descubierto por Louis Béroud, pintor habitual del museo, que había acudido ese día a hacer una copia del cuadro expuesto entonces en el Salon carré. Puede imaginarse el asombro del artista cuando se encontró frente a frente con un gran espacio vacío en el lugar habitual de la Gioconda. El museo se puso patas arriba, se interrogó al personal y se rastrearon los archivos, en vano. Lo único que se encontró fue el marco y el cristal de la obra maestra. El cuadro de Leonardo da Vinci había sido robado.
¿Estaban implicados Apollinaire y Picasso?
La noticia se difunde inmediatamente y todo París habla del robo de la Gioconda. 60 detectives se encargan del caso, pero no se puede hacer nada: es imposible atrapar al ladrón. Se barajaron varias pistas inverosímiles y se llegó incluso a acusar a Picasso y a encerrar a Guillaume Apollinaire como cómplice de receptación. El caso se resolvió y se prometieron recompensas a quien devolviera la Gioconda al Louvre. Pasaron dos años y se aceptó que Francia había perdido su inestimable tesoro.
La Gioconda ha sido encontrada.
En este contexto de resignación, un acontecimiento importante lo cambió todo. En 1913, un anticuario florentino alertó a las autoridades. El genio Da Vinci le había ofrecido el cuadro. El ladrón fue inmediatamente identificado. Se trataba de Vincenzo Perrugia, un antiguo vidriero del Louvre. Visitante habitual, aprovechó el cierre del Louvre dos años antes para colar la Gioconda bajo su bata, antes de huir discretamente y esconder la obra en su piso de París. Cuando se pensaba que el retrato había volado a otro continente, ¡en realidad estaba muy cerca de donde se exponía!

En cuanto a Peruggia, fue encarcelado en Italia por poco tiempo e incluso acogido como un héroe por algunos. Aunque el motivo oficial fue el patriotismo, nadie sabrá nunca quién ordenó realmente esta operación demencial.
Otro secreto más que la Gioconda guardará siempre tras su misteriosa sonrisa…
