Hace meses, incluso años, que soñábamos con esto… ¡y un borgoñón lo ha conseguido! El primer bar de trufas de la capital abre sus puertas al público. Se trata de una nueva dirección, muy gourmet e insólita, que hace su aparición en la escena culinaria parisina.
«Diamantes negros a precio de mostrador
Baratruf, el mostrador trufero que hace honor a su nombre, está situado en el corazón del Marais, justo al lado de la Place des Vosges. Al frente está Pierre-Ivan d’Arfeuille, conocido como Piv. Originario de Borgoña, cultiva sus trufas en la finca familiar de Pignol, donde ha plantado más de 1.500 árboles. Las setas se cocinan infusionándolas en una sustancia grasa y cociéndolas después en frío, antes de congelarlas para poder ofrecerlas en plena madurez durante todo el año. Es durante el proceso de descongelación cuando las trufas son capaces de liberar todos sus aromas, congeladas en el momento perfecto.
Menos famosa que su prima del Périgord, la trufa de Borgoña es igual de sabrosa e intensa en sabor. En cualquier caso, aquí trabajamos este producto excepcional y lo ponemos a disposición del mayor número de personas posible». En cuanto a recetas, Baratruf propone carpaccio, burrata, focaccia e incluso Vaca Risueña con trufa. Todo ello forma parte de una miríada de otros platos que combinan a la perfección con el diamante negro. Y para abastecerse de sus ingredientes, Piv ha recurrido a los productores locales y sólo les compra directamente a ellos.
Un festival de sabores que combina a la perfección con la otra especialidad de la casa, el spritz. Junto a todos los vinos de Borgoña, hay casi 30 versiones diferentes del cóctel elaboradas con prosecco, ¡que aquí es de barril! Sí, Campari y Aperol son sólo dos de las infinitas opciones.
Baratruf – 7, rue de Birague, 75004