Situado a orillas del río Yser, bordeado de majestuosos robles centenarios, Esquelbecq es un pueblo que encanta por su rico patrimonio, su dinámica y vibrante vida cultural y su apuesta por el turismo. Elegido pueblo favorito de los franceses en 2023¡ Es un interludio encantado a sólo hora y media en tren de la capital!
Esquelbecq o la pepita de Hauts-de-Flandre
Empecemos con un poco de historia… Bordeada por una calzada romana al oeste, que marcaba el límite municipal con Zegerscappel, Esquelbecq vio prosperar su actividad industrial, con cervecerías, talleres de lino y fábricas de tejas, antes de intensificarse aún más con la instalación de la estación de ferrocarril. Esta expansión ha dejado su huella en el trazado de la ciudad, que se ha desarrollado cerca de la estación, dando a la plaza Bergerot un ambiente típicamente flamenco, con sus viejas casas y viviendas tradicionales que recuerdan el encanto de antaño.
Paseando por el pueblo, no puedes dejar de admirar los motivos decorativos tradicionales en ladrillos de distintos colores del frontón de la posada, una casa con la fachada esculpida, y la iglesia de Saint-Folquin, una hallekerke (iglesia del vestíbulo) de tres naves. La iglesia fue arrasada por un incendio en 1976, pero ahora ha sido completamente restaurada, y ofrece desde su campanario una impresionante vista del patrimonio local y de la llanura flamenca.
Frente a la iglesia se alza el castillo, que data del siglo IX pero fue reconstruido a principios del XVII. Es uno de los mejores ejemplos de arquitectura señorial de Flandes. El castillo está rodeado por un notable jardín de estilo renacentista, recreado entre 1821 y 1852, una casa del guarda de 1590 y un elegante palomar octogonal de 1606.
Otro lugar cargado de historia en Esquelbecq es la Plaine au Bois, que conmemora la masacre de soldados británicos durante la Segunda Guerra Mundial. El desarrollo del turismo y la artesanía, con artesanos como alfareros y cerveceros, rutas de senderismo, paseos en burro, caballo y poni, así como actos festivos como la Fiesta de la Patata y espectáculos veraniegos, han contribuido al dinamismo de la ciudad.
En definitiva, Esquelbecq es un pueblo con una atractiva historia, cultura, entorno natural y apuesta por el turismo. No te pierdas las visitas obligadas, como la Grand-Place, el castillo, la iglesia de Saint-Folquin y muchos otros tesoros que te esperan en este pueblo intemporal. Una visita a Esquelbecq es como un viaje por la historia y la belleza de Flandes.
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